
Veamos: ¿recuerdan ustedes lo de “Graecia capta ferum captorem coepit” (la Grecia conquistada conquistó el bárbaro conquistador – los romanos, para mayor clareza)?
Bien: algo muy parecido ocurrió con los pueblos germánicos que invadieron el Imperio Romano. Llegaron con sus lenguas, costumbres y leyes. Sin embargo fueron paulatinamente absorbiendo la lengua (de aquí las lenguas romanzas que hablamos hoy en día), el derecho, las costumbres de los romanos. Hoy en día, portugueses, españoles, franceses e italianos, podemos presumir de ser “nepotes de Rómulo”.
¿Y los árabes? Los cabreros de la península arábiga invadieron todo el norte de África, con la cimitarra en una mano y el Qurán en la otra, e impusieron su fe, su ley, su lengua y su escritura. Y, como en una invasión de langostas, nada dejaron detrás de si de la cultura romana de las colonias de África. Y hoy están invadiendo, aún que de forma pacífica, la vieja Europa (valga como ejemplo la ciudad de Manchester, en Inglaterra, donde el consejo comunal, con mayoría paquistaní, ha prohibido las luminarias de las Navidades “por respecto a los ciudadanos musulmanes, que sentían ofendidos”).
¿Y no hay razones para ser racista?
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