Zoológicos

Por la tele, están pasando, con una cierta frecuencia, el anuncio de un zoológico, con sus leones y tigres blancos paseando con evidentes síntomas de claustrofobia y paranoia, y de un parque acuático, con las orcas y los delfines haciendo de payasos de circo para el deleite de una horda de mocosos con sus satisfechos papás.
Ahora bien: yo, de niño, he visitado zoológicas con mis padres, y, como padre, he visitado zoológicos con mis hijos. Pero, después de tantas horas maravillosas de óptimos documentales sobre la naturaleza, sobre la vida de tantos animales, libres en su habitat real, me pregunto: ¿Para que sirve un zoológico? Dicen: por un lado, tienen un valor didáctico, muestran a niños animales vivos que difícilmente tendrían la posibilidad de ver de otra forma, y, por otro lado, sirven para investigación científica.
Si es para conocer los animales, sentad los chavales delante de una pantalla gigante y, en vez de, que so yo, “La guerra de las galaxias”, proyectad una serie de National Geographic, o del famoso documentalista, cuyo nombre en este momento se me olvida (y pido perdón), que tantos cientos de metros de película ha dedicado a la fauna salvaje del Serengheti (que ¿que es el Serengeheti? ¡No me extraña que vayáis al zoológico!).
Y con respecto a la investigación científica que se lleva a cabo en los zoológicos, ¿puede alguien informarme sobre este tema? No es una pregunta retórica, soy de verdad ignorante en materia (como en tantas otras, lo admito) y me gustaría saber más. En concreto: ¿que es más valioso, en términos de resultados científicos, un trabajo con animales desquiciados y enjaulados, o el trabajo de campo que tantos zoólogos llevan a cabo en África, en Madagascar o Indonesia?