Feste, farina e forca

Entre el final del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, en Nápoles se decía que el rey Fernando IV de Borbón reinaba con “las 3 efes”: feste, farina e forca (fiestas, harina y horca): fiestas, para distraer el poblacho de los reales problemas del reino, harina, regalada a los más pobres para que tuvieran algo que comer (se dice que fue entonces cuando se inventó la pizza), y horca para los opositores del régimen.
Que, al fin y e al cabo, era la versión moderna del romano panem et circenses.
Lo que se está viendo en estos últimos meses aquí en España me ha hecho volver a la memoria este antiguo dicho napolitano. Con la excepción, ¡gracias a Dios!, de la horca.
De hecho, me parece absurdo que, en una época de crisis generalizada, se puedan gastar decenas de miles de euros en fabricar ninots solo para que ardan en una fiesta multitudinaria. Me dirán: pero no es dinero público. Verdad. Pero, si la FIA (Federación Internacional de Automovilismo), que, claro está, no es ningún órgano gubernamental, ha podido imponer un techo a los gastos de los fabricantes de coches de Fórmula 1, no se podría, por parte de algún tipo de entidad, estatal o no, poner un tope a los gastos en muñecos de cartonpiedra y pólvora?

Y, respecto a la borbónica harina y el romano panem, cuyo equivalente hodierno son los susidios de desempleo, ¿es lógico seguir endeudando el Estado en vez de fomentar inversiones que generen puestos de trabajo?