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martes, 9 de junio de 2009

Educación

La noticia no es nueva. Pero me ha vuelto a la cabeza en estos días de pruebas de selectividad.
En el setiembre del año pasado, la Ministra italiana de Educación, Mariastella Gelmini, comentando para una de la más prestigiosas portadas de Italia (Il Corriere Della Sera), los resultado de la encuesta PISA sobre resultados escolares en Europa (encuesta en la que, por lo visto Italia no había brillado demasiado), afirmaba que: “Todas las encuestas demuestran que la calidad de la enseñanza no depende del número de horas que los alumnos pasan en clase, si no de la calidad de la didáctica. Los Países mejores en las calificas Ocse PISA son los que tienen el menor número de horas.”
Según la Ministra, el problema de la enseñanza no es cuanto dinero se gasta, si no como se gasta. La enseñanza es como un coche con el motor roto: no es suficiente echar más gasolina, hay que arreglar el motor.
¿Se puede aplicar ese diagnostico igual de bien a España? Yo creo que si.
Y tanto es así que, con un gran golpe de efecto, en pleno discurso sobre el estado de la Nación, se anunció que en el próximo año escolar habrá un ordenador para cada alumno de primaria en toda España.
Lástima que queden sin respuestas algunas preguntas. ¿Quién pagará los equipos? ¿Los padres, como se ha oído en algún medio? Las Autonomías que tienen transferida la competencia, y las que, por lo visto, no se había consultado antes del anuncio, como ha ocurrido por las ayudas a la compra de un coche? ¿Con un ulterior aumento de la deuda pública? Y, a estas preguntas, hay que sumar una más: ¿Qué hacer con los maestros de una cierta edad que no saben, ellos primeros, como utilizar un ordenador? ¿Le darán cursillos acelerados de informática?

Que quede claro: no saber informática no quiere decir no ser preparado en su profesión: yo personalmente conozco a una persona, de entre cuarenta y cincuenta años, inteligente, licenciado, con un Master en Derecho Comunitario sacado con las máximas notas en Brusela, hablando tres idiomas, que le tenía un verdadero temor pánico a un simple procesador de textos…

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